martes, 30 de junio de 2009

GARDEL Y SUS CIRCUNSTANCIAS


Mucho se ha hablado de la invalidez legal del Certificado que Carlos Gardel obtiene el 8 de octubre de 1920 , en el Consulado Uruguayo de Buenos Aires

Los análisis jurídicos realizados, dan razón a lo antes dicho, en cuanto a que el mismo era - como dice Juan Carlos Esteban - meramente un “Salvoconducto” con vigencia por un año, para ser usado en caso de emergencia. (Muy distinto es una Partida de Nacimiento, pues un documento específico como ese, carece de vencimiento) .

Dejemos de lado entonces este probado aspecto y pasemos a analizar el pretendido certificado, desde otro punto de vista que no sea el legal; es decir, el de la razón y la verdad, que por supuesto incluye “el sentido común”.

Es evidente que Carlos aprovechó la oportunidad y se acogió a la ley de Organización y Aranceles Consulares, promulgada el 21 de mayo de 1906 y así obtuvo el "Salvoconducto" del 8 de octubre de 1920, el cual – más allá de las razones legales conocidas - , está viciado de nulidad, ya que se trató de una anotación tempestiva realizada en el Consulado Uruguayo en Buenos Aires, que durmió y murió en los archivos de esa oficina porteña, pues el expediente número 10.052 al que diera lugar , jamás fue elevado, tal cual correspondía, a la central del Ministerio de Relaciones Exteriores en Montevideo, para a su vez, ser remitido al Ministerio del Interior de la República Oriental del Uruguay y dar así REAL VALOR a la acreditación de ese nuevo ciudadano que se había fabricado.

Y la razón de porque nunca se cumplió ese trámite, radica en el conocimiento de todas las partes que confluyeron en él, de que se trataba de un documento de favor y que el beneficiario jamás podría revalidarlo antes del año de su duración, pues no contaba con los elementos necesarios para hacerlo. (Registro Civil de nacimiento).

Basta con saber que fue un acto de favor que Carlos repudió tan pronto como fue consumado, apresurándose a obtener de las autoridades argentinas su Cédula de Identidad y posteriormente su nacionalización, a la cual jamás renunció y siempre antepuso a cualquier otra, porque él se sentía argentino, no solamente porteño.

Nunca ningún pretendido ilustrado, podrá separar con éxito a Carlos Gardel, de una Argentina que orgullosamente él representó. Ayer con su presencia física y hoy desde el disco y películas cinematográficas.

La declaración efectuada en el consulado respecto al nacimiento de Gardel, es a todas luces complaciente, pues eludió el cumplimiento del articulado de la Ley Nº 1716 de febrero del año 1879 y además no respetó formalidades retenidas como mínimas. Aparecen lugares en blanco y referencias omitidas y firman dos testigos cuyos nombres resultan tres, pues cada uno que opina los cambia a su antojo.

Digo esto porque según declaraciones que oí en el Congreso Internacional “Quien es Gardel”, el propio Agregado Cultural de la Embajada Uruguaya en la Argentina, añadió a doña Tomasa Leguisamo como testigo, en lugar del originario Juan Laguisquet .

Y esta nominación no es casual, ya que nos consta que existe una comunicación enviada a Australia por el Cónsul General Uruguayo, en Buenos Aires, Sr. Alfredo Menini Terra, donde menciona como testigos a RAZZANO Y LEGUISAMO.

Poseo la fotocopia de un certificado que, en el margen superior derecho, muestra el Nº 020393 y en su texto acredita que con el Nº 10052 se ha inscripto en el Registro de Nacionalidad y Ciudadanía Don Carlos Gardel de 32 años, soltero de profesión artista. Dicha constancia tiene fecha 8 de octubre de 1920, contiene seña particulares, tiene en blanco el número de Cédula de Identidad y está firmada por el señor Cónsul y Carlos Gardel.

Cabe pensar que si a octubre del año 1920, a Gardel se le adjudican 32 años, quiere decir que no nació en la fecha indicada en la ficha de registro (11 de diciembre de 1887), pues de ser así, solamente tendría, cumplidos, 31 años. Grave irregularidad, inadmisible en un pretendido documento público visado por un funcionario del cuerpo consular.

Por reproducciones vistas en libros y en Internet, se puede apreciar que el nombre del inscripto es Carlos Gardel, nacido en Tacuarembo (no se precisa localidad, solamente se menciona el Departamento) el 11 de Diciembre de 1887, domiciliado en R. Peña 451 (no dice ciudad o país y se abrevia ilegalmente el nombre de la calle) . Se puede leer además: "Documentos Justificativos: Testimonio de Juan Laguisquet y José Razzano (1), sin acreditar la documentación con que se identifican los dicentes. ¡Un tremendo horror de procedimiento, imposible de justificar en un documento público serio!

Figura además que el inscripto es hijo de: Padre: Carlos (sin apellido) - Nacionalidad, Uruguayo - fallecido y Madre Uruguaya - Maria Gardel, también fallecida.

Sigue, impreso abajo ... "Hijos del inscripto. … etc. etc."; todo lógicamente en blanco.

Nótese la circunstancia de hacer coincidir el apellido del padre (al no colocarlo queda entendido que es Gardel) y el de la madre.

Vale destacar que en ésta versión, junto a Razzano, aparece Juan Laguisquet, un ex policía de Tacuarembo, quien – según Isabel Del Valle – fue quien sugirió insertar la nominación indefinida de un Departamento, omitiendo precisar la ciudad o pueblo de ese distrito. ¡Otra aberración! Es como si en Argentina un nacimiento se registrara generalizadamente en una Provincia, por caso Misiones, sin indicar localidad.

También importa resaltar la siguiente sutileza: se hace constar a los padres como “difuntos”, pues si se declaraba, a cualquiera de los dos como “vivo”, se hubiera debido especificar el lugar de residencia del referido antecesor, ya que el formulario oficial así lo exigía.

Es imposible entonces pretender que ya se pensara al confeccionarlo, en elevar al Ministerio de Relaciones Exteriores, un instrumento que contenía tantos desatinos.

Es una constante que los escritores volcados de lleno en la fábula oriental, digan respecto de este certificado que en él, Gardel “declara ser nacido en Tacuarembó el 11 de diciembre de 1887, hijo de un indefinido Carlos y una tal María, ambos “uruguayos fallecidos”, pero omiten sistemáticamente (porque no les conviene mencionarlo) que ese documento no dice Maria a secas, sino que especifica claramente María Gardel. Estamos frente a dos personas totalmente inexistentes, lo cual avala la condición de falaz o “consentido”, del documento que se pretende alzar como bandera justificativa de una palmaria irrealidad.

El único objetivo de Carlos al decidirse por este camino, fue solucionar sus problemas de documentación y de paso poder dar carácter oficial al nombre artístico que para entonces utilizaba.

¿A nadie se le ocurre pensar que si la realidad fuera la que nos pretenden vender, a Gardel nada le impedía haber blanqueado su situación de hijo ilegítimo y declarar que sus padres habían sido Carlos Escayola y María Lelia Oliva?. Podía haber revelado perfectamente su verdadero nombre y condición de nacido en Uruguay, sin perjuicio de continuar utilizando su apellido artístico.

Es evidente que la declaración del año 1920 ante el consulado, contiene elementos que la invalidan, pero que fue muy bien aprovechada por Carlos, mucho antes que venciera su efecto, para obtener toda la documentación argentina que lo acompañaría por el resto de su vida.

Así, la realidad nos muestra ahora a nuestro Zorzal, como un ciudadano naturalizado, dueño de una documentación argentina que refleja, como no podía ser de otra manera, algunos pecados originarios del certificado que él tan bien utilizó en su provecho y que para no comprometerse, debió avalar luego en más de una oportunidad.

Sin embargo, una vez superada la primera instancia legal, se preocupó por iniciar el camino de evidenciar otras circunstancias: Es decir, las verdaderas. (2)

Recordemos lo que le sucedió a su amigo Cirilo Esteban Capot, que nacido el 23 de enero de 1882 en Lot et Garona y radicado luego en la Argentina, fue declarado – al no presentarse al llamado del ejército de Francia – lisa y llanamente “desertor” por el gobierno de ese país; cargo que recién le fue conmutado, el 25 de enero de 1935, es decir al día siguiente de cumplir 53 años.

Es evidente que Carlos nunca quiso vivir esa misma triste experiencia, que le hubiera vedado alcanzar los rotundos éxitos que logró en suelo francés.

Para finalizar, diré que la falsedad del certificado obtenido por Carlos en el año 1920, (3) es la clave que ha invalidado en su momento las pretensiones del dictador Terra, sin olvidar que al decidir sobre las respectivas sucesiones, los jueces de Uruguay y Argentina han validado, para determinar su lugar de nacimiento y nombre de familia, el “Testamento Ológrafo”, jamás impugnado y que al ser peritado demostró su total autenticidad y dejó claramente establecido el origen de “El Morocho del Abasto".

También importa dejar la siguiete pregunta, como testimonio harto reivindicatorio respecto de la verdad del nacimiento de Carlos Gardel en Francia, avalado por una indiscutible Partida de Nacimiento.

¿Por qué Carlos, bajo cualquier circunstancia, siempre mantuvo como día de su nacimiento, el 11 de diciembre, fecha que precisamente corresponde al mencionado en esa Partida? (4)

Podemos una vez más afirmar, que el hombre es producto de las circunstancias, no siempre de sus deseos.


José Pedro Aresi

(1) Antes de ser testigo ante el consulado uruguayo, Razzano actuó con nuestro Zorzal, cuando éste lo hacía con el nombre de Carlos Gardes. Luego lo acompañó en 1924 a Toulouse y dijo “ahí tuve la oportunidad de conocerlo y recorrer juntos la casa donde vivió de niño Carlitos”, expresando también “Con Gardel hemos estado en Toulouse, a propósito para conocer sus lares”. Existen constancias de este viaje. Todo esto acaeció antes que Gardel conociera a Defino, por lo cual no tiene sentido insistir con el cuento del complot que inventó Avlis primero y Bayardo después. Es muy cierto y no existen pruebas en contrario, en cuanto a que Razzano nunca consideró a Gardel como uruguayo y jamás se lo oyó llamarlo o tildarlo de “compatriota”.
Aún más, es muy conocida esta frase de “Pepe”: “… sostengo como lo hice con el mismo presidente de mi patria, el doctor Terra, que Carlos Gardel era de origen francés, de Tolouse". Por otra parte, la misma hija de “el Oriental, Cristina Razzano, “que conoció en vida a Carlos y que escuchó los relatos de su padre, siempre reconoció la nacionalidad francesa de Gardel y no lo hizo precisamente por el cobro de las regalías de autor, pues las hubiera seguido cobrando dijera lo que dijera, ya que el suyo era un derecho firmemente adquirido”.
Cuando Defino le vende a Razzano ciertos derechos, en el documento que firman se especifica muy claramente “.... que fue y perteneció a don Carlos Romualdo Gardés, conocido como Carlos Gardel, cuya cesión comprende todas las que ...”, es decir que 25 años después, Razzano anula con su firma la aseveración que lo muestra como “testigo de prueba” en la Denuncia de Nacimiento Nº 10.052.

(2) Las constancias dejada por Gardel en sus documentos, luego del mentado “certificado”, citan siempre como su madre, a Berta Gardel (Primera Libreta de Enrolamiento, Matrícula Individual Nro. 1.717 del 9 de Mayo de 1923) . En la “Segunda Libreta de Enrolamiento”, Matrícula Individual 236.001 del 21 de junio de 1927 , donde se hace referencia a un enrolamiento anterior según Matrícula 1717 - DM 2 Oficina Enroladota Sección 10; de fecha 21 de Junio de 1927, Carlos declara ser hijo de Carlos y Bertha Gardel. Nótese que aquí aparece la forma “th” en el nombre de su madre.

(3) En el trabajo publicado por el C.E.G. y firmado por el doctor Carlos Perrotta y el señor Jesús Rey, bajo el título de las “Preguntas del Millón”, se dice: “¿Por qué las Libretas de Enrolamiento que se le dieron no están registradas en ningún padrón electoral de la época ni existen -COMO LA LEY LO EXIGE - fichas en la Cámara Electoral ni en el Distrito Militar Buenos Aires ni en el Juzgado Electoral?”

(4) Dice el escritor uruguayo Josélo González Olascuaga en su libro "EL CÓDIGO GARDEL" (Pág. 55. Edit. "Fin de Siglo"), “Es indudable que al investigador porteño Juan Carlos Esteban, no le falla la lógica cuando refuta la fecha de nacimiento que quiere Nelson Bayardo (el más tenaz e influyente de los gardelistas uruguayos). Ya es raro que Charles Romuald y el bastardo de Escayola hayan nacido el mismo dia, el 11 de diciembre como quiere Bayardo. Hay una probabilidad en tres cientos sesenta y cinco de que así haya ocurrido".

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1 comentario:

NUEVO GRUPO GARDELIANO dijo...

-¡Habla llano!- dijo el Aguilucho- No sé que significan la mitad de esas palabras y, es más
¡tampoco creo que tú lo sepas! (Alicia en el país de las maravillas - Lewis Carroll)

Leyendo las argumentaciones de los juristas uruguayos, me acordé del divertido párrafo del clásico libro de Carroll que consigno.
Efectivamente, estos refutadores capaces de cortar en el aire un pelo en cuatro, parecen inhabilitados para entender las cosas más simples del mundo y apelan a un lenguaje casi cabalístico, algo así como un juego de ingenio para no aceptar que dos más dos son cuatro.
No repetiré las razones legales perfectamente expuestas por Juan Carlos Esteban y José Pedro Aresi, sino que agregaré algo muy simple, que ya mencioné, con otras palabras, en “Disparen sobre Gardel”.

El cuasi certificado uruguayo es falso en su contenido, pues parte del vicio original y evidente de certificar la existencia de un ser inexistente.

¿ Es necesario reiterar que no existía persona alguna en el mundo llamada Carlos Gardel?

Equivaldría algo así como que Pedro B. Palacios exhibiera documentación a nombre de Almafuerte.

Se me dirá, entonces, que toda la documentación posterior, sería falsa por las mismas razones. Y sí, así es. Claro que ahora ya no importa, cumplió su cometido.

Lo verdadero y real es el testamento, certificado por la partida de nacimiento y documentación diversa oficial de Toulouse, y lo consignado por el joven Gardes en 1904, en la comisaría de Florencio Varela.

El resto, parafraseando a Shakespeare, es silencio. O al menos, debería serlo..

Saludos

Enrique Espina Rawson

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